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Imagen de un grupo de pessoa con las manos en superposición representando la democracia latinoamericana

Historia de la Democracia Latinoamericana

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Está claro, por lo tanto, que cualquier intento de analizar la política de América Latina en términos europeos solo crea confusión. Esta confusión se agrava cuando juzgamos a los países no solo en nuestros términos, sino según nuestras preferencias.

(Eric Hobsbawm en “Viva la Revolución: la era de las utopías en América Latina). 

En el año 2013 se celebraron 30 años de democracia en América Latina, tomando como punto de partida la caída de la dictadura argentina en 1983. Este evento marcó el inicio de una serie de transiciones democráticas en la región, con países como Bolivia, Uruguay, Brasil y Chile adoptando regímenes democráticos después de largos períodos de dictaduras militares. Este movimiento formó parte de lo que se conoce como la “tercera ola democrática”, que comenzó en los años 70 en Europa y se extendió a América Latina, trayendo consigo cambios significativos en la estructura política y social de estos países.

Eso no significa, sin embargo, que no haya democracia en otros períodos, antes de las dictaduras militares o antes de los años 80. Sí la hubo, con las particularidades de cada país, pero hasta entonces en procesos inconstantes, de intensa democratización seguidos de desdemocratización. Es decir, sin un compromiso amplio de la población y de los gobiernos con el pleno desarrollo de la democracia, con amenazas constantes de golpes y sin una ampliación de los derechos democráticos que aún eran incipientes en las constituciones. Es por eso que muchos estudiosos se enfocan en América Latina a partir de la llamada tercera ola democrática.

Este contenido es parte de nuestro conjunto de contenidos sobre democracia. En él entendemos cuestiones como qué es la democracia, su historia, importancia, instituciones, entre otras. ¿Vamos juntos?

Antecedentes: La independencia, las Repúblicas y la implementación de los ideales de democracia

Es común que los países de América Latina hayan alcanzado sus independencias entre la primera y la segunda mitad del siglo XIX, de forma que estructuras europeas de organización del Estado, las llamadas Repúblicas, fueron inyectadas en una América Latina con estructuras sociales esencialmente coloniales aún en vigor. Es decir, con una estratificación y dependencia social que no permitía el ejercicio de la democracia de forma amplia. Hubo un período en que se instalaron las Repúblicas y, junto con ellas, el ideal de independencia, pero la independencia no alcanzó a toda la población. Por eso, eran sistemas democráticos débiles, sin voto, participación y sin derechos universales.

Esto cambia radicalmente a partir de los años 1930, con la Segunda Guerra Mundial y la posibilidad de crecimiento económico de estos países. El cambio en la estructura social latinoamericana fue impulsado por la industrialización y la migración de personas a los centros urbanos, lo que también fomentó movimientos esencialmente nacionales, ya sean populistas o revolucionarios. Entre 1930 y 1950, este hervidero de movimientos nacionales moldeó un nuevo escenario para el desarrollo de la democracia en América Latina.

Por lo tanto, antes de la tercera ola democrática, es posible pensar en América Latina en dos períodos distintos: el postindependencia, aún con estados bastante coloniales y, en algunos casos, con la esclavitud, sin una estructura social que permitiera cualquier tipo de participación correspondiente a la idea de democracia liberal europea; y a partir de los años 1930, con nuevas conformaciones sociales y económicas que permitieron que movimientos nacionales y revolucionarios moldearan el tejido cultural, formando la base para el desarrollo de una democracia con derechos al voto, sufragio y derechos colectivos.

Sin embargo, este desarrollo fue interrumpido en muchos países por la dictadura militar a partir de los años 1960 hasta los años 1990. Por eso, es de común acuerdo entre los científicos políticos empezar a pensar en la democracia liberal en los modos europeos desarrollándose en América Latina a partir de la llamada tercera ola democrática.

las “olas democráticas”

Fue el teórico estadounidense Samuel Huntington quien propuso que, para comprender la historia de la democracia en un marco global, es necesario dividirla en fases u “olas” que marcan un proceso de democratización que comienza en el siglo XIX y se extiende hasta finales del siglo XX. La primera ola sería de 1828 a 1926, momento post independencias en que se instauran los regímenes democráticos, con limitaciones en el voto y la participación. La segunda sería entre 1943 y 1962, en el período de posguerra, con la ampliación de los derechos políticos y del Estado Democrático. Finalmente, América Latina se encaja en la tercera ola, ya que a partir de finales de los años 80, con la caída de los regímenes de dictadura militar en gran parte de América Latina, ocurre un período de profundización de los partidos y reorganización de las fuerzas políticas y del papel del Estado. 

Es decir, se identificaron algunas condiciones estructurales para caracterizar este período como un hito inicial de la democracia en los países. Estas condiciones incluyen el desarrollo capitalista, clases medias y trabajadoras más grandes, una sociedad civil fuerte, baja desigualdad social, instituciones estatales efectivas y crecimiento económico.

El presente

La década de los 80 y 90 estuvo marcada por la implementación de políticas neoliberales inspiradas en el llamado Consenso de Washington, que enfatizaban la disciplina fiscal y la apertura de mercados. Sin embargo, este enfoque también exacerbó las desigualdades sociales y económicas, lo que llevó a una creciente insatisfacción y demandas de cambio. Durante este tiempo, varios movimientos insurreccionales abandonaron la lucha armada y se convirtieron en partidos políticos que lograron acceder al poder a través de elecciones democráticas, como el Movimiento Farabundo Martí en El Salvador y los antiguos tupamaros en Uruguay.

En las últimas tres décadas, América Latina ha experimentado una serie de crisis políticas que han resultado en la destitución de varios presidentes. Estos eventos han sido generalmente resueltos mediante soluciones para-constitucionales, reflejando la persistente fragilidad institucional en la región. La polarización política y el descontento social han llevado al surgimiento de movimientos y liderazgos populistas que buscan canalizar las demandas de los sectores marginados, a menudo mediante la personalización de la política y la apelación directa a la ciudadanía.

Ahora que entendemos sobre que es la democracia participativa, ¿qué tal si entendemos sobre la historia de la política en América Latina? Este es el tema del siguiente texto. Entonces, ¡sigue accediendo a los contenidos para saber más!


Referencias

Viva la Revolución, de Eric Hobsbawn (livro)
A terceira onda democrática, de Samiel P. Huntington 

La sorprendente resiliencia de la democracia, artigo de Steven Levitsky e Lucan A. Way

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