Probablemente ya has oído hablar del término monarquía. O tal vez has escuchado una frase como “fulano es un monarca”. ¿Alguna vez te has detenido a pensar por qué México tiene un presidente, mientras que Inglaterra y España tienen reyes? ¿Y qué hacen exactamente esos reyes?
Estas preguntas están relacionadas con la historia política y social de los países, que construyen el régimen político y el sistema de gobierno en el que el Estado ejerce su administración. En el caso de la monarquía, el sistema de gobierno se caracteriza por la existencia de una realeza que posee el poder político o tiene una función simbólica, donde la autoridad está centralizada en un monarca.
En este texto, vamos a presentar los aspectos históricos y políticos de la Monarquía, comprendiendo sus características, ventajas y defectos, para entender cómo funciona exactamente este régimen político.
¿Qué es la Monarquía?
La monarquía es una forma de gobierno en la que existe la figura de un monarca, que puede ser un rey, reina, príncipe, emperador, sultán, entre otros títulos, y esta figura ejerce un papel político. Dependiendo del caso, este papel puede ser más prominente o no.
De esta forma, existen monarquías en las que la autoridad política está centralizada en manos de un monarca, quien gobierna el Estado; y monarquías en las que la figura del monarca es meramente representativa.
Una característica importante de la monarquía es su forma de elección o selección de los representantes. Puede ser hereditaria, es decir, el trono se pasa de generación en generación dentro de una misma familia, o electa, con el monarca siendo elegido a través de algún proceso político.
Además, generalmente el poder del monarca es vitalicio. Es decir, permanece en su posición de poder durante toda su vida, siendo reemplazado solo con su muerte o en caso de que decida renunciar y transmitir su puesto.
El origen de la monarquía
La etimología de la palabra “monarquía” proviene del griego, con la unión de las palabras “mónos” (único) y “arkhḗ” (gobernar), reflejando la idea de un único líder como gobernante. De esta forma, el origen de este régimen se remonta a la antigüedad, cuando las sociedades comenzaron a organizarse en estructuras jerárquicas para garantizar el orden y la continuidad.
Las primeras formas de monarquía surgieron en tiempos antiguos, especialmente en el Medio Oriente y en la región del Mediterráneo. Durante este período, y también en la Edad Media y Moderna, la monarquía consistía en la existencia de un soberano que detenía y centralizaba el poder en sus manos, representando al propio Estado.
En la Antigüedad, en civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, la monarquía no solo era un sistema de gobierno, sino también un símbolo de la divinidad y del poder absoluto. Los monarcas frecuentemente se consideraban representantes de los dioses en la Tierra o incluso dioses encarnados, lo que les otorgaba una autoridad incontestable.
De esta manera, en esa época, la monarquía era vista como un sistema de gobierno fundamental para la estabilidad política y social. En la Edad Media, la monarquía europea prevaleció bajo un sistema feudal, en el que el monarca ya no era visto como un representante divino.
Con la existencia de los señores feudales, que poseían tierras y controlaban la producción, la monarquía perdió la autoridad y soberanía que tenía, aunque siguió ejerciendo influencia política, social y económica. Esto cambió con el surgimiento de los Estados nacionales en la Edad Moderna, cuando aparecieron las monarquías absolutistas.
En este sentido, la monarquía como régimen político ha ido sufriendo cambios, alteraciones y evoluciones a lo largo del tiempo. Estos cambios han dado lugar a tipos de monarquías diferentes, que, aunque comparten la característica principal de estar centradas en la figura del monarca, tienen sus propias particularidades.
Tipos de monarquía
Existen varios tipos de monarquía que se han ido desarrollando a lo largo de la historia. Básicamente, pueden clasificarse de acuerdo con el grado de poder del monarca, así como con la forma en que se ejerce la autoridad. Los principales tipos de monarquía son: Absolutista, Parlamentaria, Constitucional y Electiva.
Monarquía Absolutista
En una monarquía absoluta, el poder está completamente en manos del monarca. De esta forma, el monarca es considerado soberano, teniendo poder absoluto sobre el Estado y sus decisiones.
Este tipo de monarquía se caracteriza por no tener ningún tipo de división de poderes. El rey ejerce su voluntad de manera indiscutible, donde su voluntad es la ley. Un ejemplo clásico de monarquía absolutista fue la Francia previa a la Revolución, bajo el reinado de Luis XIV, quien dijo la famosa frase “el Estado soy yo”.
La monarquía absolutista fue común en Europa durante los siglos XVII y XVIII, y perdió fuerza con el ascenso de la burguesía y la oposición a la centralización del poder en manos de una sola persona. Como consecuencia, las monarquías absolutistas fueron cayendo y las Repúblicas fueron ganando terreno, caracterizándose por la desconcentración del poder.
Monarquía Constitucional
La monarquía constitucional es un tipo de monarquía en la que el poder del monarca está limitado por una constitución, que puede establecer una separación de poderes, garantizando derechos y libertades a los ciudadanos.
Así, a diferencia de la monarquía absolutista, el monarca no es soberano ni centraliza todo el poder del Estado en sus manos. Es la constitución la que define los poderes y atribuciones del Estado para la administración pública, así como los derechos y deberes de los ciudadanos.
En las monarquías constitucionales, normalmente, el monarca sigue siendo el jefe de Estado, pero no el jefe de gobierno. De este modo, a pesar de seguir teniendo influencia política, el monarca tiene una función más simbólica y representativa, mientras que el gobierno es liderado por un primer ministro u otro líder elegido.
Monarquía Parlamentaria
La monarquía parlamentaria es una variante de la monarquía constitucional en la que el monarca desempeña un papel aún más simbólico y el poder ejecutivo es ejercido por el Parlamento.
En ella, los representantes del gobierno son elegidos por la población para garantizar los intereses de la sociedad. Así, la monarquía parlamentaria tiene como principal órgano el Parlamento, y las decisiones políticas se toman a través de asambleas, cuyo propósito es ejercer el Poder Legislativo, con la creación, modificación y derogación de leyes.
El Poder Ejecutivo, por su parte, recae en el primer ministro, quien es el jefe de gobierno y principal responsable de la administración pública del país. Así, en la monarquía parlamentaria, el monarca es una figura solo simbólica, sin gran autoridad política.
Monarquía Electiva
En la monarquía electiva, el monarca es elegido mediante una elección, generalmente por un colegio electoral o una asamblea, en lugar de ser un título hereditario. Tras la elección, al igual que en otras monarquías, el monarca gobierna de forma vitalicia. Un ejemplo de monarquía electiva en el mundo es Malasia, donde el rey es elegido mediante el voto de las familias reales.
¿México fue una monarquía?
Sí, México fue una monarquía. De hecho, el país tuvo dos períodos monárquicos. El primero fue justo después de su independencia, en 1821, cuando dejó de ser colonia de la Corona Española. En ese momento, comenzó el Primer Imperio Mexicano, liderado por Agustín de Iturbide, un general militar que se proclamó emperador tras la conquista de la independencia.
La monarquía establecida era constitucional y fue determinada a partir de la ratificación de los Tratados de Córdoba, un documento que declaraba al país como un imperio nacional libre y soberano, con base en principios liberales.
Sin embargo, el gobierno de Agustín de Iturbide tuvo dificultades para mantenerse en el poder. Uno de los obstáculos fue la falta de reconocimiento de los Tratados de Córdoba por parte de España, lo que dificultó el reconocimiento internacional de la soberanía del Imperio Mexicano.
Además, el período estuvo marcado por tensiones políticas y descontento popular, ya que la población no veía con buenos ojos la concentración del poder. Como resultado, Agustín abdicó del trono en 1823, y México se convirtió en una república.
No obstante, en 1864, México tuvo otra experiencia monárquica con el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano. Esto ocurrió cuando Napoleón III, emperador de Francia, impuso un emperador a México para garantizar la influencia francesa en América Latina.
Así, el 28 de mayo de 1864, Maximiliano de Habsburgo desembarcó en México para iniciar el Segundo Imperio Mexicano. El régimen fue apoyado por Francia y dependía de las tropas francesas que ocupaban gran parte del territorio mexicano para mantenerse en el poder.
Sin embargo, Maximiliano no contaba con apoyo popular y, con el tiempo, también perdió fuerzas entre sus principales aliados, los conservadores y el clero. Como resultado, en 1867, Maximiliano fue derrotado por las fuerzas republicanas lideradas por Benito Juárez, y la monarquía fue abolida en el país.
Principales monarquías en el mundo actual
Hoy en día, la monarquía sigue siendo una forma de gobierno en varios países del mundo. Aunque la mayoría de las monarquías contemporáneas son constitucionales o parlamentarias, algunas todavía mantienen funciones políticas significativas.
En total, existen 43 monarquías en el mundo, siendo algunas de las principales: Reino Unido, Japón, Arabia Saudita, España, Suecia, Países Bajos, entre otros.
El Reino Unido, por ejemplo, tiene una de las monarquías más famosas y antiguas del mundo. La monarquía británica es constitucional, con el monarca actuando principalmente como una figura ceremonial, mientras que el gobierno es dirigido por un primer ministro elegido.
La Reina Elizabeth II, fallecida en 2022, fue la monarca más longeva de la historia del Reino Unido. Su sucesor, el Rey Charles III, asumió el trono tras su muerte.
Por otro lado, Arabia Saudita es un ejemplo de una monarquía absolutista. Esto se debe a que el monarca centraliza el poder del Estado en sus manos y no es solo el jefe de Estado, sino también el jefe de gobierno. La familia real saudita, de la dinastía Al Saud, gobierna el país desde su fundación en 1932.
¿Puede una monarquía ser democrática?
A veces, este es un tema que puede generar confusión. Esta confusión suele ocurrir principalmente porque el régimen democrático se caracteriza por elecciones libres y directas para elegir a los representantes del gobierno, y la monarquía no necesariamente sigue este modelo.
Sin embargo, una monarquía puede ser democrática, dependiendo del modelo específico de monarquía adoptado por el país. En una monarquía constitucional o parlamentaria, como en el caso del Reino Unido y Suecia, por ejemplo, la monarquía coexiste con un sistema democrático de gobierno.
Esto se debe a que, en estos y otros casos, el monarca es una figura meramente simbólica, y las decisiones políticas están en manos del Parlamento y del primer ministro, quienes son elegidos democráticamente por la población.
Otra característica es el respeto y la promoción de los principios y valores democráticos, como la garantía de los derechos fundamentales, los derechos humanos, las libertades civiles y políticas, el derecho a la igualdad, la seguridad social, entre otros.
De esta manera, una monarquía puede operar dentro de los límites constitucionales, que definen los derechos y deberes de los ciudadanos. Así, se resalta la importancia de la sociedad civil en el compromiso político y en la promoción de causas sociales, así como en la concienciación para elegir a sus representantes. Porque, ya sea en una monarquía o una república, ejercer la ciudadanía es tarea de todos.
¿Te gustó este contenido? Así que siga nuestra ruta sobre regímenes políticos. En el próximo texto hablaremos del Totalitarismo, entendiendo sus aspectos.
Referencias
PÉREZ, Rebeca; ROCA, Rodrigo. La monarquía constitucional y la independencia de México en el pensamiento político de José Joaquín Fernandez de Lizardi (1821-1823). Pasado y Memoria, (26), pp.148-174, 2023.
OLIVAREZ, Carlos. Las Monarquías. Revista del Seminario de Sistemas de Gobierno. Universidad de San Carlos de Guatemala, p. 98-131, 2021.