El concepto de ciudadanía es una idea dinámica que se renueva constantemente ante las transformaciones sociales, los contextos históricos y principalmente ante los cambios de paradigmas ideológicos. La ciudadanía conocida en la antigüedad clásica no es la misma ciudadanía por la cual luchamos hoy ni la que aspiramos concretar en las generaciones futuras.
Las ideas iluministas fueron muy importantes para el desarrollo de lo que hoy entendemos por ciudadanía. Los filósofos iluministas, sobre todo John Locke, Voltaire y Jean-Jacques Rousseau, formularon las bases para la percepción moderna de la relación entre el Estado y los individuos, al concebir al ser humano como un individuo dotado de razón y de derechos intrínsecos a la naturaleza (“derechos naturales”), como el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. De esta forma, se abrió espacio para el nacimiento del Estado de Derecho.
La base para la concepción de ciudadanía es la noción de Derecho. Y la historia del desarrollo de la ciudadanía está relacionada con la conquista de cuatro tipos de derechos: los derechos civiles, políticos, sociales y humanos.
Hace mucho tiempo que la ciudadanía dejó de ser simplemente el derecho de votar y ser votado y asumió la lucha por la educación de calidad, salud, información, poder de participación en la vida pública, igualdad de oportunidades, etc. De esta forma, la historia de la ciudadanía se ha confundido muchas veces con la historia de las luchas por los derechos humanos.
Este contenido es parte de nuestro conjunto de contenidos sobre ciudadanía. En este conjunto entendemos cuestiones como qué es la ciudadanía, su fundamentos, importancia, como aplicar en la práctica, entre otras. ¿Vamos juntos?
Pero, ¿qué es ser ciudadano?
Ser ciudadano es formar parte de una sociedad. El hombre es un ser esencialmente social que se encuentra inserto en un conjunto de redes sociales más amplias (familia, amigos, vecinos, etc.) en las cuales adquiere su identidad como ser humano y los medios fundamentales para su supervivencia.
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Ser ciudadano es tener conciencia de que es un sujeto de derechos. Derechos a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la igualdad, en fin, derechos civiles, políticos y sociales. Sin embargo, la ciudadanía también presupone deberes. El ciudadano tiene que ser consciente de sus responsabilidades como parte integrante de un gran y complejo organismo que es la colectividad y, para que alcancemos el buen funcionamiento, todos tienen que aportar su contribución. Solo así se llega al objetivo final, colectivo: la justicia en su sentido más amplio, es decir, el bien común.
La ciudadanía expresa un conjunto de derechos que da a la persona la posibilidad de participar activamente en la vida y el gobierno de su pueblo. Quien no tiene ese derecho está al margen o excluido de la vida social y de la toma de decisiones.
¿Y hoy, cómo está nuestra ciudadanía?
En muchos países de América Latina, el concepto de ciudadanía también ha pasado por un proceso evolutivo, siendo la ciudadanía plena un objetivo a alcanzar
Desde la abolición de la esclavitud, la conquista del voto femenino, hasta la paulatina efectivación de derechos sociales, hemos conquistado espacios de mayor presencia de los ciudadanos en la conducción del destino de nuestro país. Las constituciones modernas de muchos países han sido hitos importantes en este avance. Con la implementación de instrumentos como el sufragio universal, el voto directo y secreto, además del surgimiento de estatutos de protección a la niñez, a los adolescentes y a los adultos mayores, se han dado pasos significativos hacia una ciudadanía plena.
Pero aún así la ciudadanía es una conquista diaria. No hay forma de comprender el concepto de ciudadanía sin considerar sus varios aspectos y relacionarla con los derechos humanos, con la democracia y con la ética.
La ciudadanía implica vivir en sociedad, en la construcción de relaciones, en el cambio de mentalidad, en la conciencia y reivindicación de los derechos, pero también en el cumplimiento de los deberes. Esto no se aprende con teorías, sino en la lucha diaria, en los ejemplos y principalmente con la educación de calidad, gran impulsora para que el individuo pueda desarrollar sus potencialidades y concientizarse de su papel social que puede y debe hacer la diferencia en la construcción de una sociedad más justa, libre y solidaria.
Ahora que entendemos sobre la importancia de la ciudadanía, ¿qué tal si entendemos sobre los derechos y deberes del ciudadano? Este es el tema del siguiente texto. Entonces, ¡sigue accediendo a los contenidos para saber más!